El regreso de las posiciones cortas a la Bolsa amenaza el ahorro de los consumidores
La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha decidido no prorrogar la prohibición de las posiciones cortas en Bolsa. Consumidores que tienen sus ahorros invertidos en acciones a través de fondos de inversión, sin ser conscientes del riesgo que esto supone, pueden ver como su valor baja con estos movimientos especulativos.
01-02-2013
Desde hoy ya se puede volver a operar en corto en la Bolsa española. Las posiciones cortas consisten en que un operador de Bolsa toma prestados títulos de otros inversores para venderlos en el mercado a la espera de que pierdan valor (cosa que se puede conseguir con rumores interesados). Cuando las acciones finalmente bajan su valor, el operador recompra los títulos a un precio más barato para devolvérselas de nuevo a los propietarios iniciales, que cobran un interés por el préstamo. El operador logra con esta operación el beneficio de la diferencia entre el precio inicial al que vendió las acciones y el precio al que las recompró para devolverlas. Este proceso ya se explicó con más detalle en Usuarios.
Peligrosas para el ahorrador
Grandes inversores y la gran banca española e internacional se dedican a este tipo de negocio que pone en riesgo el ahorro de miles de consumidores. Usuarios que tienen sus ahorros invertidos en acciones a través de fondos de inversión pueden ver como su valor baja con estos movimientos especulativos. Las rentabilidades de un fondo de inversión dependen de estas operaciones para las que falta regulación. Ante este panorama y en el momento actual, ADICAE aconseja a los consumidores no invertir sus ahorros en Bolsa.
El levantamiento de la prohibición de las posiciones cortas puede acabar afectado al usuario de la banca en general. Los grandes especuladores atacan con esta maniobra a la deuda pública de España. La caída del valor de la deuda española hace que, para que siga siendo un producto interesante para los inversores, tenga que ofrecer más intereses a cambio, por lo que al Estado le resulta más caro financiarse. Esta debilidad de la deuda española arrastra a la banca, porque los mercados desconfían de dar créditos a entidades de un país con dificultades para afrontar sus pagos. Así, a las entidades financieras españolas les es más difícil obtener financiación en el exterior, y acaban por repercutir esto en sus usuarios con créditos más caros y más comisiones.